miércoles, 1 de octubre de 2008

La Bodega está de fiesta


Godoy Cruz goleó a Boca Juniors 4-1, por la 8ª fecha del torneo Apertura de Primera A, en una jornada que será recordada y quedará en los registros como una de las más brillantes logradas por un equipo mendocino.


La historia te marca con sucesos imborrables (ese 4 a 1 de Godoy Cruz a Boca), con epopeyas míticas (el triunfo del provinciano ante el grande), con grandes batallas ganadas por héroes (esos de camiseta blanca y azul).

Y resalta la convicción de personajes con el suficiente carisma para sellar en la memoria colectiva que ayer jugó Jairo Castillo.

Y Godoy Cruz ayer al vencer al multicampeón, al Rey de Copas (junto con el Milan), alimentó y llenó su panza de historia futbolística.

Porque tuvo la más contundente de sus victorias en primera división, porque anuló al “10” de la Selección argentina mayor y al campeón olímpico (Juan Román Riquelme). Así, el Tomba de Daniel Oldrá brindó uno de los conciertos futbolísticos más brillantes y emotivos que se recuerden de un equipo mendocino en toda su historia.

Y todo concuerda en agrandar la victoria, precisamente por el rival ante el que la consiguió.

Godoy Cruz estuvo decidido a jugarle con una actitud agresiva al mismísimo Boca. Como sabiendo que en el algún momento el cansancio físico se notaría. Como si esos 4 partidos en 8 días (la mayoría jugó 3) fuesen a determinar el resultado.

Y Godoy Cruz se autoconvenció de que es un equipo con ritmo y proyección. Encaraba por la banda derecha con el inquieto Hernán Encina desgastando piernas xeneizes. Y por la izquierda la llevaba Ariel Rojas hasta la misma línea final ahogando la salida de Calvo y de cualquiera. Y juntándose con ambos estaba Víctor Figueroa para clarificar, para cambiar el ritmo y para contagiar con su juego rápido.

El Tomba estaba preparado para recibir esos intentos de Riquelme o el cabezazo en el poste de Cáceres o la que se perdía Palacio. Porque Godoy Cruz no se achicó ni con el gol de Leandro Gracián, que la cruzó abajo a los 36 minutos. Porque unos instantes después Rojas fue una flecha por la izquierda y la cabeza del colombiano Castillo era la vía del empate. Acción y reacción.

Motivos como para tomar decisiones en los vestuarios frente a un rival que empezaría a sentir que sus piernas no eran las mismas de días atrás. Que sus músculos se endurecerían y que la potencia iba en descenso. Lo aprovechó el Tomba con esa pelota que tiró Rojas, desvió Franco y fue a parar al pie de Sigali para sorprender a Caranta.

La obra del Expreso iba tomando forma y color. Y por eso Olmedo se tiraba la luchaba y la alargaba para Encina, que le servía un exquisito pase gol a Jairo.

El Tomba fresco se estimulaba con goles. Sus hinchas gozaban de ese 3 a 1 y como nunca esos cantos inflaban corazones, que quedarán en los fascículos de los tombinos.

Jairo Castillo corría rivales, defendía en el área, y aunque el dolor se lo comía, prefirió volver a la cancha para aprovechar esa corrida de Leandro Caruso, que le hizo una invitación al gol. Y Jairo cantó por tercera vez (era el 4 a 1) para empezar competir con otros seres de la “mitología godoicruceña”.

Boca Juniors goleado, golpeado y cansado en el Malvinas Argentinas. Godoy Cruz enfrente lo mitigaba y lo sometía. Una defensa segura sostenía el resultado, unos volantes incansables llenaban de satisfacción a los miles de hinchas. Y un delantero moreno haría retorcer de sana envidia a otros goleadores de otras épocas. Porque Jairo Castillo fue héroe de una tarde-noche de brillos.

Fue la más rutilante de las estrellas que puso Oldrá. Y quedará en los registros visuales, gráficos, orales y estadísticos que Godoy Cruz le hizo 4 a 1 a Boca. Y cada vez que lo recuerden, los tombinos se llenarán de emoción . Como pasó ayer.

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