jueves, 28 de mayo de 2009

Ariel Boldrini jugó en Wembley


En su primera etapa al frente de la selección Argentina, Alfio Basile convocó a Ariel Boldrini, un cordobés que jugó en Rivadavia y Maipú. Y logró igualar ante Inglaterra tras ir perdiendo 2 a 0.

Cuando a Alfio Basile le tocó debutar al frente de la Selección argentina de fútbol puso los ojos en un muchacho veloz que se distinguía por sus corridas en el Newell’s campeón.

Nacido en Berrotarán, Córdoba, ese puntero o wing, como se decía antes, se comía marcadores de punta con sus piques al lado de la raya. Y como todo pibe que empieza a jugar al fútbol y firma para algún club, su sueño era llegar a la Selección argentina de fútbol.

Y ese sueño se le cumplió en 1991. Pero aún más, sus deseos eran jugar en alguno de esos estadios míticos mundialmente, donde pocos han podido pisar su césped. Así, a este muchacho de nombre Ariel Eduardo Boldrini se le abrieron las puertas del viejo Wembley (demolido en 2002 y vuelto a construir) el 25 de mayo del ’91. Nada menos que en el mismo lugar donde otros argentinos habían montado historias que quedaron en el recuerdo, como la expulsión de Rattín en el Mundial del ’66.

Como en esos programas que “cumplen los sueños”, Boldrini se calzó la camiseta que le dijo el Coco Basile y miraba su lado Oscar Ruggeri (61 partidos en ese momento en la Selección) para copiarlo o atraer algo de esa tremenda personalidad. Ese capitán argentino ya había ganado un Mundial y había sido segundo en otro.

También lo miraba a Diego Simeone, que jugaba en Pisa, Italia, y se iba abriendo su carrera internacional. Junto con el cordobés Germán Martellotto (un ex Belgrano que jugaba en el Monterrey de México) eran los únicos foráneos del equipo.

Boldrini tomó coraje y cuando iban camino a la boca de la salida a la cancha en el temible Wembley gritó junto a sus compañeros y después se calló en el protocolo, cuando ambos equipos estaban a la vista de la multitud.

Hasta al Turco Claudio García y al Loco Carlos Enrique les entró ese respeto ante la grandeza del escenario inglés. Ellos que son habladores y chistosos, también sucumbieron cuando pisaron el césped londinense.

El Goyco mantenía su postura de cabeza alta y rostro serio, claro había atajado tantos penales el año anterior en Italia ’90, que estaba curtido de responsabilidades futbolísticas.

Y a Ariel Boldrini se le vinieron a la cabeza, por un instante, todas esos partidos con la camiseta del Centro Deportivo Rivadavia en el ’85 y su paso por el Deportivo Maipú en el Nacional B. El Coco Basile lo había hecho debutar ante Hungría y ése era el cuarto partido internacional con la celeste y blanca.

A los 15, minutos Gary Lineker expuso su fama de gran goleador (lo fue en el Mundial ’86 y tres años en Barcelona), y logró el 1 a 0 ante esa muy novata Selección argentina.

Y no era sorpresa cuando a los 5’ del segundo tiempo David Platt convertía el 2 a 0. Pero esos ingleses cabeceadores no esperaban que Argentina reaccionara con los balones aéreos y les metiera un cebezazo el Turco García, el mismo que jugará años después en la Lepra mendocina, a los 20’, y luego Darío Franco empatara a los 25’.

Los 45 mil ingleses se quedaron fríos y no se pudieron vengar de los goles de Diego de México ’86.

Y a ese muchacho cordobés que vivió algunos años en Mendoza, el sueño se le cumplió. Corrió por la raya, tiró centros y jugó en Wembley.

la campaña de Ariel Boldrini

Ariel Eduardo Boldrini jugó en Mendoza en el Centro Deportivo Rivadavia y en el Deportivo Maipú (11 partidos, 2 goles) en el Nacional B. Jugó en Talleres de Córdoba (15 partidos, 3 goles) y también en Primera A (30 partidos, 3 goles)
En la máxima división del fútbol argentino jugó en Platense (94 partidos, 15 goles) y Newell’s (37 partidos, 6 goles), donde fue campeón. En Boca estuvo 12 partidos e hizo 2 goles. Completó 173 partidos y 26 goles en la A.

En la B también jugó en Aldosivi (20, 5 goles) y Douglas Haig (24, 5 goles). Jugó en El Salvador. 

jueves, 21 de mayo de 2009

Balazo para Ringo


El 22 de mayo de 1976 asesinaban a Bonavena. En Nevada, EE UU, en el cabaret Mustan Ranch, lo mataban de un balazo, a pedido del mafioso Joe Conforte. Ringo tenía 33 años y su carrera en el boxeo lo hizo brillar en los 60 y principios de los 70.

El destino le señaló a Ringo Bonavena que debía debutar, ganar, exhibirse, realizar sus mejores peleas y también morir en Estados Unidos.

A ese ser querible y bonachón, también repulsivo por su fanfarronería, la muerte se lo llevó la madrugada del 22 de mayo de 1976. Cuando la efervescencia de la Dictadura Militar (los militares habían tomado el poder de la república argentina el 24 de marzo) disolvía cada encuentro “de más de 2 personas” porque lo consideraban peligroso, el velorio de un hombre convulsionó Buenos Aires. Y produjo una de las más grandes convocatorias por la muerte de un deportista que se hayan conocido.

Miles de argentinos asistieron a la despedida del mejor boxeador peso pesado de la historia argentina. Oscar Natalio Bonavena, simplemente Ringo, quien había quedado duro en el piso al recibir el disparo de un rifle 30.06 en un cabaret donde concurría habitualmente.

En la ciudad de Reno, en el condado de Storey, Estado de Nevada, en el Oeste de los Estados Unidos, cerca del límite con California, el boxeador argentino caía como bajo la “Ley del Oeste” cien años antes, cuando se arreglaba todo a los tiros y por mano propia.

El cabaret y prostíbulo Mustang Ranch era propiedad de Joe Conforte, un individuo con olor a mafia que había sido promotor de las últimos combates del argentino.

El hombre criado en Parque Patricios, en Buenos Aires, se dejó seducir por ese ambiente de mujeres lindas, tragos y algo más, y se lo asociaba a una relación de amante con Sally Conforte, esposa de Joe, semiinválida de 56 años.

Willard Ross Brymer, de profesión “matón a sueldo” y custodio, fue el autor del disparo mortal sobre Ringo, pero nadie dudó que fue Joe el instigador y autor intelectual.

Bonavena, de 33 años, ya había denunciado a ese individuo por incendiarle su casa rodante Brymer, aunque quedó libre tras el pago de una fianza de 250.000 dólares.

El argentino había denunciado en la Embajada que recibía amenazas de muerte por parte de Conforte, que a su vez decía lo mismo de Ringo. Al asesino lo juzgaron por homicidio involuntario y a los 14 meses recuperó la libertad. Años después caería en cadena perpetua por otro delito.

La historia de la muerte de Ringo nunca se esclareció y algunas versiones decían que lo mataron adentro del boliche y después lo sacaron, y otras indicaban que le tiraron con mira telescópica desde adentro.

El sábado 29 y el domingo 30 de mayo se realizó en el Luna Park el velatorio, donde fue despedido por una multitud y cientos de famosos y amigos del fanfarrón (ahora sería un mediático espectacular) más lindo de Argentina. El cortejo pasó frente al estadio de “su” Huracán, camino a la Chacarita.

Ringo perdió por un balazo.

Peleó con los mejores

En la carrera de Oscar Ringo Bonavena aparecieron varios campeones mundiales. Algunos críticos dijeron que le “tocó bailar con la más fea”, refiriéndose a la época de los años ’60 y ’70, cuando la Asociación Mundial de Boxeo reinaba y había un solo campeón peso pesado.

Con Jimmy Ellis. Lo enfrentó el 2/12/67 y perdió por puntos en una eliminatoria para pelear por el título mundial. Antes había vencido en Alemania al local Mildenberger por esa misma eliminatoria. Ellis fue campeón mundial.

Con Joe Frazier. Combatió dos veces y en ambas perdió por puntos, el 21/9/66 y el 10/12/68. Frazier fue campeón mundial y se recuerda por sus peleas con Alí.

Con Muhamad Alí. Hizo una de sus mejores peleas, o quizás la más difundida de todas, cuando perdió por nocaut técnico en el 15º round (3 caídas en el mismo round) por el título estadounidense.

Con Floy Patterson. Perdió por puntos el 11/2/72 con el ex campeón mundial.

Imagen: ¿Quién cantaba mejor?Ringo con el gran Elvis Presley. Bonavena llegó a grabar un disco simple con el “Pío pío pa”.

jueves, 14 de mayo de 2009

Nacía la Fórmula 1


El 13 de mayo de 1950, a Silverstone, un viejo aeródromo inglés, asistieron 150 mil personas a la carrera inicial de la F1 que ganó Giuseppe Farina al mando de un Alfa Romeo. Participó el argentino Juan Manuel Fangio.

Ese sábado 13 de mayo de 1950 el viejo aeródromo de Silverstone en Inglaterra fue el escenario de la primera carrera del campeonato mundial de Fórmula 1, tal como se conoce actualmente a esa categoría del automovilismo internacional.

Y en ese día histórico ganó el italiano Giusseppe Farina con Alfa Romeo 158 y tuvo que abandonar el argentino Juan Manuel Fangio con otro auto similar.

Pero para llegar a ese acuerdo hubo carreras, aumento y reducción de cilindradas en los motores y muchas otras especificaciones técnicas desde 1946, cuando la Commission Sportive Internationale (CSI), la vertiente deportiva de l’Association Internationale des Automobiles Clubs Reconnus (AIACR), se reúne por vez primera con el objetivo de proyectar una renovación del antiguo reglamento.

Entre ingleses y franceses en su mayoría iban puliendo reglamentos y en ese mismo año nació la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), con la prohibición de participantes alemanes en las carreras. La Segunda Guerra Mundial con las invasiones alemanas y el holocausto no era olvidada fácilmente. Se corrió en esos años la Fórmula Internacional y las denominaciones se alternaron también por Fórmula 1 o 2 o Fórmula A.

La revelación de 1949 en Europa había sido Juan Manuel Fangio con el Alfa Romeo, quien se disponía a comenzar esa nueva historia en la FI. El campeonato de 1950 fue de dominio de Alfa Romeo: los Alfeta vencieron en los 6 GP puntuables (Inglaterra, Mónaco, Suiza, Bélgica Francia e Italia) y en 5 sin puntos.

El periodista Jean-Paul Delsaux recuerda: “Los Alfa dictaban su ley; aparecían majestuosos en las curvas estrechas, frenaban sin dificultad alguna en cualquier curva, volvían a acelerar con una velocidad brutal en el arranque del pequeño rectilíneo final. En aquel circuito donde únicamente se usaban las marchas altas –salvo en la partida– Alfa se divertía. Fangio fue el primero en detenerse para reabastecer; después lo haría Farina. Finalmente, casi juntos, Fagioli y Parnell. Un promedio de 25 segundos por parada, con la precisión veloz de los mecánicos milaneses que en la materia, se mostraban notables...”.

Fangio se retiró al romperse una cañería de aceite. Y Farina ganó la carrera con el fabuloso promedio de 146,370km por hora.

Definitivamente nacía la categoría automovilística y uno de las organizaciones deportivas más convocante del mundo, en un aeródromo abandonado desde la Segunda Guerra Mundial, donde se utilizaron las tres pistas como circuito.

El podio fue así:
1- Giuseppe Farina (Italia) (Alfa Romeo). 70 vueltas en 2 h 13 m 23 s
2- Luigi Fagioli (Italia) (Alfa Romeo) en 2h 13 m y 26 s
3- Reg Parnell (Inglaterra) (Alfa Romeo) en 2h 13m 15s

Fangio abandonó en la vuelta 62.
Y ese día había un argentino presente que marcaría el rumbo durante varios años

jueves, 7 de mayo de 2009

La gala de Gustavo Ballas


El 9 de mayo de 1981, el boxeador cordobés, afincado en Mendoza y pupilo de don Paco Bermúdez, ganó en el Luna Park ante una multitud que se deslumbró con su boxeo. Fue por la semifinal del título mundial gallo júnior.

Fue una noche de brillo, una noche de gala como se estila ahora llamarle en los reality show de la TV. Porque ese 9 de mayo en el Luna Park pagaron entrada 16.148 personas que se deleitaron con la demostración de un pequeño cordobés de 51,200kg. Ese muchacho nacido en Villa María (21/10/58) a los 22 años deslumbraba con su boxeo “estilo Nicolino Locche”.

Decía Robinson (seudónimo del periodista Ernesto Cherquis Bialo) en El Gráfico: “Esto es lo que trae Ballas, habilidad y destreza para transformar el boxeo en un espectáculo exento de morbosidad o, definido bajo otro prisma, hacer del boxeo un show de belleza plástica”.

El que más sufrió esa brillante exhibición fue el japonés Ryoetsu Jackal Maruyama (52,100kg), que terminó con los dos ojos hinchadísimos y decía al final de la pelea: “Me dio una lección de boxeo”.

Era por una semifinal del peso gallo junior y Ballas se ganó el derecho para pelear por el título mundial con el ganador de la otra semi entre el coreano Sok-Chul Bae y el panameño Rafael Pedroza.
Sobre Ballas, el japonés reflexionaba luego de la paliza que había recibido: “Es un superdotado. Es muy superior a los otros dos de la otra semifinal. Será campeón del mundo por seis años como mínimo”.

Le pegó en el presagio porque Ballas fue campeón mundial ese mismo año y la corona le duró sólo hasta la primera defensa.

Esa noche, en el Luna Park, la multitud presente reconoció la enseñanza del maestro don Paco Bermúdez, que estaba en el rincón del cordobés. Porque ese grande del boxeo argentino como era Bermúdez lo recibió a Gustavo de adolescente y le enseñó todo el oficio de boxeador.

En el ringside, el mismo Nicolino reconoció que “tiene algo de Cirilo Gil y algo de mí. Hizo la mejor pelea de su vida”.

Y el “eterno” presidente de la AFA, Julio Grondona, quien en ese momento llevaba sólo dos de los actuales 30 años como máxima autoridad, dijo: “Este muchacho me hizo revivir aquellos hermosos momentos en que Nicolino daba una fiesta con su boxeo”.

Ese 9 de mayo de 1981 fueron al Luna personalidades deportivas, artistas y hasta los siniestros personajes de la dictadura militar como Antonio Bussi, al que se vio haciendo chistes con el dueño del estadio, Tito Lectoure.

La gala fue brillante y de semifondo combatió Ramón Balbino Soria, otro cordobés afincado en Mendoza, que también fue retador por un título mundial. Un lujo la velada en donde Ballas estaba en la antesala de su noche más gloriosa. Llegaría en ese año...

Debutó acá en 1976

En diciembre de 1976 hizo su primera pelea como profesional, ante Raúl Anchagna, en la Federación de Box. En ese mismo cuadrilátero, al año siguiente, realizó y ganó otras cinco peleas en un inicio promisorio de su carrera como boxeador.

120 peleas

Ganó el título en el ‘81. Como boxeador profesional disputó 120 combates de los cuales ganó 105, empató 9 y perdió 6. El 12 de setiembre de 1981, en el Luna Park, superó por nocaut técnico al coreano Sok-Chul Bae.

El retiro

Se retiró el 14 de setiembre de 1990 en Chascomús, cuando le ganó por KO al correntino José Luis Barrios. Su larga campaña se vio interrumpida por problemas con el alcohol. Pudo ser más grande.

Imagen

Intocable. Como hacía Locche, Gustavo Ballas deja el golpe del japonés en el aire. El Luna Park lo ovacionó.