sábado, 30 de agosto de 2008

Los Guzzo presidentes


Son los hermanos Jorge y Hugo. Ambos comparten el hecho de haber ocupado la presidencia de Gimnasia (Hugo es el actual), lugar en donde también estuvo su padre, don Tito Guzzo. Difícil de igualar.

Ser jugador y suceder al padre es algo más o menos previsible; ser director técnico y que suceda lo mismo con otra generación es algo más complicado y se ha dado en pocos casos. Pero ser presidente de un club y lograr, después de algunos años, el mismo puesto del padre y que el hermano resulta un hecho que pocas veces ha sucedido.

Los Guzzo, identificados de toda la vida con Gimnasia y Esgrima, nacieron y se criaron en el club. Don Tito, aquel dirigente activo y “hombre de palabra” como los de antes, nació en el ’23 cuando el Lobo apenas tenía 15 años. Y después de jugar como los players de entonces en la divisiones inferiores siguió viendo a su querido Gimnasia de “mente sana y cuerpo sano” (Mensana).

Maduró y su activa presencia empezó a aparecer en las distintas comisiones directivas hasta llegar a ocupar la presidencia. Don Tito Guzzo era el número uno del Lobo en 1963.

Y atrás vinieron sus hijos, ambos jugadores del club en inferiores. Jorge llegó a mostrar su fervor como marcador central hasta llegar a la primera en los años setenta. Y ambos presidentes del Lobo.

Hugo, el mayor, es el máximo dirigente actual y cuenta que de su padre admira “la convicción y la lealtad por sus pasiones, que siempre tuvo”. Jorge recuerda a su padre como “un dirigente responsable que siempre dejó todo por la institución”.

Para Hugo su mayor alegría desde dentro de una cancha la vivió cuando “con siete jugadores le igualamos 2 a 2 a Murialdo en la sexta división y yo hice los dos goles”. Era un volante ofensivo y rememora: “Compartí el equipo con Piqui Núñez, Documento Ibáñez, Humeres y Luna, que no era el riojano”.

Y Jorge dice que su alegría en la cancha estuvo centrada en compartir el plantel de 1977, campeón de la Liga Mendocina. “Había unos jugadores magníficos, muy superiores a mí, pero yo compartí esos momentos”, dice con franqueza. Como el estilo Guzzo lo manda.

Y Jorge también recuerda que su mayor alegría como hincha la vivió con el triunfo por 5 a 2 ante San Lorenzo en el Gasómetro en 1971; mientras Hugo se acuerda, como dirigente, lo feliz que lo hizo “cuando el Lobo venció a Independiente en el ’91 con gol de Castellino a los 43’ del segundo tiempo”. Después sería el campeón.

Como presidente Jorge tiene sus mejores momentos con los dos ascensos del Argentino B al A.

Vivieron alegrías y tristezas con Gimnasia y rifaron parte de los momentos familiares por estar en el club. Dejaron tiempo de trabajo para tomar mayor vinculación con Gimnasia y siempre estuvieron para aportar lo que se pudiera.

Son dirigentes de raza y lo heredaron de don Tito Guzzo.

De su padre
“El viejo dejaba de estar con nosotros para dedicarse al club, pero siempre nos tenía controlados. Nunca nos descuidó, no sé cómo hacía para darse tiempo para todo”, dice Jorge.

Mientras, Hugo también recuerda su vivez en los negocios dirigenciales. “Participó en la venta de Roberto Rogel a Gimnasia La Plata y de Felman a Boca. El viejo sabía mucho”.

jueves, 28 de agosto de 2008

El Lobo del Parque del 77


Eran tiempos de nacionales y de grandes torneos locales con los mismos jugadores, con muy pocas variantes.

De ahí venía el gran nivel del fútbol de la Liga Mendocina. Ser campeón del torneo local equivalía a jugar un torneo Nacional de aquellos, con los equipos profesionales de primera A o en algunas ocasiones ganar el local te llevaba a una final por el pase directo.

Había mucho en juego y todos lo sabían. La plaza futbolística mendocina tenía su valor porque jugadores como Enrique Haack (ex Banfield), Orlando Genolet (Unión, Chacarita y otros) el Negro Eduardo Méndez (ex Newell’s) venían a Mendoza para quedarse por varias temporadas o para vivir.

Así era Gimnasia, que estaba abonado a los Nacionales y estaba siempre prendido en la lucha local. A los rivales de la Liga los motivaba que enfrente tuvieran a los mismos hombres que enfrentaban a River, a Boca o San Lorenzo.

El Lobo fue amplio dominador del torneo de la Liga de 1977 y de 20 partidos ganó 12 empató 7 y apenas perdió uno. En la penúltima fecha, el 21 de agosto, superó 3 a 1 a Deportivo Guaymallén como visitante y se aseguró el primer lugar y el campeonato.

Pero la fiesta tuvo una semana de preparación, con el Gaucho Arenas como ejecutor (el mismo de las Vendimias y los festivales), porque el gran día fue el 27 de agosto en la cancha del Lobo del Parque. Fue un empate ante Huracán Las Heras 1 a 1 pero ese partido sirvió para completar el programa.

Esa tarde hubo un desfile de los chicos de inferiores y en autos antiguos se pasearon viejas glorias y también el atleta veterano Eusebio Guiñez entró con la llama votiva. Además se repartieron calcomanías y se pintaron los vehículos de blanco y negro. La caravana, estimada en unas 10 cuadras, recorrió las calles céntricas.

Gimnasia era el mejor y la capital mendocina se vistió de blanco y negro. El Lobo de Jorge Julio demolió rivales y fue el más completo de la Liga. Y se paseó por Capital.

Dame tres
En la última fecha jugaron en el Lobo: Héctor Pedone; Osvaldo Mesa, Mauricio Badía, Francisco Vicino y Alberto Cano; Juan C. Gutiérrez, Enrique Haack y Walter Martín; Raúl Muñoz, Eduardo Méndez y Orlando Genolet.

Para Huracán estuvieron: F. Martínez; V. Puebla, R. Puebla, Tejada y Cáceres; Sendra, Gómez, Macri; Morán, Torrecilla y Marino. Después entraron Herrera y Mercado y el DT era Francisco Ontiveros.

El único partido que perdió Gimnasia y Esgrima en ese torneo oficial de la Liga Mendocina fue ante el Atlético San Martín, como visitante el 7 de agosto, por la 17ª fecha, y fue por 3 a 1.

jueves, 21 de agosto de 2008

San Lorenzo del 68 y 81: risas vs llantos


Aquellos Matadores de San Lorenzo 1968 quedaron en la historia como el primer campeón invicto del fútbol argentino. En contrapartida, en 1981 otro formación de Boedo se iba al descenso convirtiéndose en el primer equipo grande en bajar de la primera división.

Esos hechos llegaron en el mismo mes de agosto y constituyen fechas que los hinchas de los Santos no olvidan, por esos motivos que da el fútbol de festejar y llorar.

En el torneo Metropolitano, que se comenzó a jugar a partir de 1967 por la creación del Nacional, participaban los equipos afiliados a la AFA mientras que en el otro jugaban junto a los del Interior.

San Lorenzo se presentó en la final con las casacas (camisas abotonadas) con sólo dos rayas verticales azules a jugar frente a Estudiantes de La Plata, que había iniciado un año antes el camino victorioso con Osvaldo Zubeldía, que terminaría con tres copas Libertadores consecutivas.

A ese equipo debió enfrentar San Lorenzo, luego de haber terminado la fase clasificatoria invicto en 22 partidos con 14 triunfos y 8 empates, con 44 goles a favor y 10 en contra. Estudiantes fue 2º en el grupo A con 24 puntos. En la zona B se clasificaron Vélez (32) y River (31).

En semifinales los de Boedo superaban a River 3 a 1con goles de Pedro González, Cocco y Veglio mientras Ermindo Onega anotaba para River. En la otra semi, el Pincha superó a Vélez 1 a 0 con gol de La Bruja Juan Ramón Verón (padre de Juan Sebastián, La Brujita).

Y llegó el 4 de agosto en el Monumental con la final entre los Santos y Estudiantes. Anotó Verón apenas comenzado el ST y 20 minutos después igualaba el Toti Veglio. Debieron ir a 30 minutos de alargue y llegó el bombazo del Lobo Fischer, que hizo que la pelota pegara en el travesaño y bajara al gol.

Y llegarían los tiempos malos, cuando no había promedios para el descenso y bajaban los dos peores del torneo. El mismo día, el 15 de agosto, el año en que Diego Maradona era campeón con Boca Juniors (50 puntos), en la cancha de Ferro, San Lorenzo se remordía de impotencia y caía frente a Argentinos Juniors 1 a 0. Perdieron la posibilidad de convertir de penal cuando remató Delgado y atajó Alles. Después Carlos Salinas tendría la ocasión para el Bicho y no la desaprovechó. Colón (21 puntos) ya había descendido y esa tarde Argentinos llegó a los 29 puntos y mandó al descenso a San Lorenzo (28). Era el primer grande en bajar a la B. Una de cal y otra de arena en esos agostos.

Imágenes:
Arriba
Matadores invictos. Están arriba: Buttice, Albrech, Rosi, Calics y Telch. Abajo: González, Fischer, Veglio, Cocco, Tojo y Villar, en una de las formaciones que presentó San Lorenzo en 1968.
Abajo izquierda: Sin consuelo. Insúa, Ruiz que viene de frente y Osvaldo Rinaldi en el '81. Abajo a la derecha: un emblema, Gabriel Albrech, del 68.

Un mendocino matador
Rolando Gramari: el mendocino surgido de San Martín jugó en San Lorenzo de 1964 al ’69 (106 partidos) y además pasó por Huracán (6 partidos en el ’70) antes de volver a los Albirrojos. En el torneo del ’68 el marcador de punta jugó 3 partidos.

jueves, 14 de agosto de 2008

El Torino 1969


Se llamó la Misión Argentina y fueron tres los autos que participaron en la Maratón de la Ruta, o simplemente las “84 horas de Nürburgring”, en Alemania.

Fue en 1969, del 20 al 23 de agosto, cuando se decidió ir con los Torino a participar en la tradicional competencia en donde corrían autos casi en forma standard, así como salen de la fábrica, y con una mínima preparación.

Fueron tres coupé modelo 380 del Torino, el auto que había aparecido en el mercado nacional en 1966 producido por IKA (Industrias Kaiser Argentina) y luego por Ika-Renault.

Se trató de la presentación en sociedad del gran auto argentino con uno que terminó en la cuarta posición final, aunque era el que más vueltas había dado. Había sido primero a lo largo de más de 3 días pero debido a las penalizaciones reglamentarias descendió a la cuarta posición. Había superado a los Lancia, los BMW, los Triumph, los Mazda, los Mercedes Benz, los Porche, los Ford Capri, los Volvo, los Renault y todas las grandes marcas que estuvieron en el circuito alemán de 22 kilómetros.

El ex campeón mundial de F1 Juan Manuel Fangio estuvo como director del equipo y Oreste Berta era su ayudante.

Tres pilotos debían manejar cada automóvil, turnándose durante las 84 horas, y además los mismos pilotos debían realizar el cambio de neumáticos o los arreglos mecánicos permitidos. Sólo el llenado del tanque combustible era realizado por la gente puesta por la organización. Además los pilotos no podían recibir indicaciones mientras estaban en la competencia.

Una de las anécdotas más lindas se dio cuando un piloto (Gastón Perkins) debió cambiar el filtro de nafta y Fangio se acercó a la baranda del parque de reparaciones y comenzó a cantar un tango, con otra letra “Ponelo del lado que marca la flecha, dale marcha y vení a ver si pierde”. Así pudo dar las indicaciones sin que los alemanes, ni lo belgas que organizaban y vigilaban, se percataran de lo que sucedía.

El Torino número 3 de Ernesto Copello, un sanjuanino radicado en Mendoza, de Alberto Rodríguez Larreta (Larry) y de Oscar Mauricio Franco terminó con 334 vueltas pero por distintas penas le descontaron giros y le contabilizaron sólo 315.

Ganó un trío del Lancia de Italia con 332 vueltas, segundo fue BMW (Alemania) con 319 y tercero Triumph (Francia) con 315. Atrás habían quedado 9.110 kilómetros con 380 metros.

Los Torino de la Misión Argentina fueron los que resultaron más elogiados y sobre todo el número 3. La lluvia, los percances, el tango de Fangio, los arreglos mecánicos marcaron para siempre al Torino. El gran auto argentino.

Imágenes

Arriba
El mejor Torino. El número 3, de Copello, Franco y Larry, es observado por Fangio y Berta.
Medio
En el museo. Ese Torino quedó como pieza del museo de Fangio. Una pinturita.
Abajo
Hay equipo. La delegación argentina en una charla antes de la competencia en Alemania en 1969.

jueves, 7 de agosto de 2008

El día de la maratón


Juan Carlos Zabala en Los Angeles, en 1932, y Delfo Cabrera en Londres, en1948, ganaron un mismo día la maratón olímpica. Son santafecinos y vencieron a los ingleses.

Para los argentinos un día como hoy, un 7 de agosto, revoca a epopeyas olímpicas. A esas jornadas de gran repercusión histórica que quedaron bajo tinta negra estampadas en amarillentas hojas. Y ahora destellan brillo de tantas pantallas de computadoras, que remiten los hechos y quedan a disposición de navegadores de páginas de internet.
El ciberespacio en 1932 y en 1948 no existía y sólo se trataba del cielo puro, nublado, soleado o lluvioso. Y esos 7 de agosto coincidentes con los Juegos Olímpicos depararon dos medallas de oro.

Y así serían los únicos argentinos a través de 112 años (desde 1896 hasta la actualidad) en ganar las medallas doradas en atletismo.

En Los Ángeles ’32, en ese EE.UU. que salía de una crisis económica un tal Juan Carlos Zabala (55 kilos y 1,52m de estatura) había prometido tiempo antes: “O gano la maratón olímpica o me sacan en camilla”.

Durante 30 kilómetros Zabala se mantuvo a la vanguardia de los 22 corredores de la competencia, por momentos recibía ataques del mexicano Baños o los finlandeses, que históricamente han sido buenos fondistas. Pero a 4 kilómetros de la llegada tomó la punta y comenzó a despegarse.

Así el Ñandú Criollo, como lo apodaron en el diario Crítica, entró al Coliseum, donde 80.000 personas vieron cómo el británico Sam Ferris intentaba alcanzar a Zabala.

Así Zabalita, el petiso argentino, lograba el oro tras recorrer 42.195 metros con nuevo récord mundial: 2h31m36s.

Una anécdota cuenta que cuando cruzó la meta de llegada (19 segundos delante de Ferris) el boxeador Carmelo Robledo le lanzó una bandera con el mástil hecho con un caño de metal que no pudo ser “atajado” por el Ñandú, le dio en la cabeza y cayó en la pista. Había apostado 500 dólares a su triunfo y se pagó 20 a 1. Zabalita obtuvo su premio extra.

En 1948 en Londres, 16 años después (tras los Juegos del ’36 y la suspensión por la Segunda Guerra Mundial, Delfo Cabrera sería el segundo argentino en conseguir el oro en la maratón olímpica. Ese 7 de agosto corrió en 2h34m51s y también, por coincidencia, fue un británico el que quedó segundo (Richards). El mendocino Eusebio Guíñez, también protagonista de la carrera, terminó en el 5º lugar.

Zabala, que nació en Rosario el 21/9/1912 y murió el 24/1/1983, en San Isidro, Buenos Aires, fue el único argentino en establecer récords mundiales en maratón y en los 10 mil metros. En una gira europea ganó 29 de las 30 competencias en las que participó.

Cabrera nació el 2/4/1919 en Armstrong, Santa Fe, y murió el 2/8/1981 en Alberdi, Buenos Aires.

Los dos nacieron en Santa Fe y murieron en Buenos Aires, los dos llegaron al pedestal olímpico.

Ambos tuvieron la mayor gloria deportiva un 7 de agosto, superando a británicos.

Coincidencias de dos grandes campeones, los únicos oros argentinos en atletismo de la historia.